EXPRESIONES
DEL PATRIARCADO EN LA SOCIEDAD COLOMBIANA
Y SUS MANIFESTACIONES EN EL CONFLICTO ARMADO
Ana Cristina
Pino:
REPEM Colombia
I.
El patriarcado como dispositivo simbólico que favorece el conflicto
armado
En la Colombia de hoy el análisis que se puede realizar frente al
papel que juegan mujeres y hombres en el contexto de la guerra y el
conflicto armado, debe abordar las raíces mas intimas de la cultura y
sobre esa realidad incorporar la categoría de género, pues ella es
fundamental para identificar desde las identidades femeninas y masculinas
las dinámicas de la guerra. Es decir, la categoría de género en la
investigación social sobre la guerra es definitiva porque permite ubicar,
en el marco de la cultura patriarcal, los determinantes masculinos que
posibilitan la violencia como vía para afrontar las diferencias y los
conflictos.
Parece ser que en
la guerra se reproduce en términos generales el rol asignado
tradicionalmente en la sociedad a hombres y mujeres. Los hombres aparecen
en la acción armada como héroes o víctimas heroicas enfrentando al
enemigo y las mujeres como víctimas indirectas o como apoyo afectivo de
los actores armados. La violencia es el medio por el cual se mantienen y
soportan los códigos masculinos de comportamiento y su papel activo en
estas confrontaciones para el logro del poder de dominio.
Sin embargo es necesario examinar con mayor detenimiento y a la luz de la
realidad del conflicto armado en Colombia, el papel de la mujer en el
contexto de guerra y las representaciones sociales que sustentan este
papel, al igual que el papel de los hombres al interior de la dinámica bélica
y las relaciones de genero que de esta dinámica se desprenden.
En el ámbito histórico del conflicto político y social que vive la
sociedad colombiana, las mujeres no solo han sido victimas directas e
indirectas de la violencia política, sino que con el tiempo se han ido
constituyendo en sujetos políticos, se han insertado en la vida armada y
este hecho tiene impactos para ellas en sus trayectos de vida y para los
imaginarios construidos sobre las mujeres frente a la guerra. Esta mirada,
sin duda es necesaria, pues ahora ellas no solo son víctimas de la
guerra, sino también son actoras directas vinculadas en las filas de uno
u otro bando o son actoras indirectas que a través del esfuerzo por
oponerse a la violencia, tratan de sobrevivir en medio del conflicto, no
se ubican de manera pasiva frente a los efectos de la guerra sino que como
sujetos políticos participan en diversos movimientos de resistencia y
paz.
Introducir un
enfoque de genero en el análisis puede establecer además la manera
diferenciada como afecta la guerra a hombres y mujeres, como repercute en
sus vidas, caracterizando el tipo de participación de cada uno y de cada
una, para no invisibilizar y homologar las consecuencias nefastas que
produce la guerra en el conjunto de la población colombiana. Al igual que
permite establecer relaciones entre violencia - mujeres - genero,
violencia - hombres - género.
En esa relación,
la investigadora Donny Meertens, antropóloga, y profesora universitaria,
sobre la violencia afirma: "La violencia es un acto humano que
implica una relación de poder y que por lo tanto pertenece al reino político
de los asuntos humanos y no al de los fenómenos naturales inherentes al
proceso vital." pág. 37. En este proceso de múltiples violencias se
socava al ser, se le destruye su identidad y el conjunto de relaciones a
las que pertenece el individuo. En esa definición, conceptos como poder y
destrucción se articulan y desde un enfoque de genero permiten visualizar
el componente de dominación sexual inscrito en las violencias, tanto simbólicas
como practicas. La relación entre poder y destrucción se justifica
cuando por ejemplo, la violencia política especifica contra las mujeres
va acompañada de tortura como destrucción de la femineidad, de violación
como un acto de guerra, de poder y destrucción sobre el cuerpo femenino,
sobre su identidad y como retaliación al varón enemigo. El efecto del
hecho violento en los hombres esta menos estudiado, sin embargo podemos
decir, a manera de hipótesis, que el poder y la destrucción ejercido por
un hombre sobre otro afirma e impone una masculinidad que se erige como
hegemónica y que se impone a otra socavando en ella estos elementos que
la constituyen. Se reedita la experiencia ambivalente de los hombres
frente al poder.
Son múltiples las
violencias y los escenarios de violencia en el país donde confluyen poder
y destrucción. En esos escenarios se ubican actores diversos que
interrelacionan poder y destrucción de acuerdo al fin que los convoca. La
violencia política de las guerrillas, el ejercito, los paramilitares, la
narco-violencia con su terrorismo, la delincuencia común y la violencia
doméstica, ellas actúan en referencia a esta relación de dominio.
Son varios los
estudios que demuestran que las mujeres en el país no han sido ajenas o
no han estado lejanas a los conflictos armados, ni han estado del todo
libres de esta dinámica; su papel que en ocasiones ha sido indirecto ha
resultado también fundamental en la confrontación. De la época de la
violencia en los años 50, se conoce que "las mujeres participaban
bastante activamente en los oficios de la guerra, con ello no se transgredía
sustancialmente la tradicional división sexual del trabajo de la sociedad
campesina, basada en el protagonismo político masculino y la lucha
femenina por el cuidado y la sobrevivencia cotidiana." Se pueden
identificar entonces diversas formas de vinculo que se han ido modificando
en el tiempo histórico y que aun hoy se manifiestan.
Una de estas formas de vinculo es producto de la relación entre los roles
femeninos y el mundo publico que hace que algunas madres cuyos hijos están
en el frente de la guerra acepten con sacrificio la perdida de sus hijos
por la defensa de la patria o la defensa del ejercito nacional que es
atacado por el enemigo insurgente. El caso de las madres de los soldados
secuestrados por las FARC en el Cerro de Patascoy lo evidencia. Las madres
en sus pronunciamientos iniciales mantenían una actitud de resignación y
respeto por el estamento militar que les impedía exigir al Estado con
vehemencia el derecho a la vida de sus hijos, proceso que luego fueron
logrando cuando de manera organizada exigieron estos derechos. En este
caso las mujeres actúan inicialmente desde patrones tradicionales de
genero, reivindican sus sentimientos y su condición de madres cuidadoras
de la vida de hombres que están al servicio de la patria realizando a su
vez los patrones tradicionales masculinos.
Este tipo de vínculo
va unido a rasgos de la identidad masculina construida desde su relación
con el mundo publico y en este caso representado en su relación con lo
Estatal. El hombre abandona la atomización del mundo privado en tanto se
le hace establecer relaciones de protección al Estado alcanzando un
verdadero sentido de relación en la identidad masculina y ello se logra
al establecer trato con lo publico estatal. Esta realización viabilizar
el mundo posible de la guerra, aquí el hombre rebasa sus limites
individuales y se internaliza en lo publico, en la defensa de lo publico
que le pertenece de suyo como hombre, así la defensa de la nación es
simbiótica a la defensa de lo publico e internaliza esta defensa de la
nación o del Estado o del establecimiento militar también en su condición
de ser masculino, de hombre publico, de soldado de la patria. Es lo
deseable incluso para las madres que aspiran a que sus hijos presten el
servicio militar o se incorporen al ejército.
Aunque este deseo
en el imaginario colectivo se ha modificado sustancialmente por la
degradación y extensión de la guerra. Hoy en muchos sectores de la
población ya no se justifican, en las condiciones actuales, los esfuerzos
militares, la ideología bélica y el armamentismo. ¿Que relación existe
entre el imaginario colectivo sobre la guerra y las relaciones
socioculturales de los géneros?
Existe una profunda
relación que ha permitido ahondar los desequilibrios de poder entre
mujeres y hombres. El autoritarismo patriarcal que designa el poder a lo
masculino y en la guerra lo encarna el cuerpo masculino; que designa el
poder político a los hombres y en la guerra a su condición de guerrero;
que designa la dirección de los estados a los hombres y la constitución
de sus ejércitos en los hombres, creando previamente las condiciones físicas
y sicológicas que permitan su incorporación al conflicto bélico, coloca
en definitiva a los varones a defender la patria por antonomasia. En este
sentido los hombres son los seres políticos, combatientes, guerreros,
ciudadanos en oposición binaria y excluyente a las mujeres, defensoras de
la vida publica y exentas de los contextos de las guerras o los conflictos
armados. Esta supuesta distancia entre las mujeres y los contextos de
guerra o los conflictos armados oculta una realidad que no deja mostrar a
muchas mujeres participando en las actividades de la guerra también como
protagonistas.
II. Relaciones entre patriarcado y organizaciones armadas. Roles y prácticas
de género
Otro vinculo de las mujeres se hace como combatientes o militantes
directas en los grupos armados guerrilleros o de paramilitares.Las normas
y prácticas guerrillas en torno a la regulación de las relaciones entre
los sexos parecen variar de grupo a grupo, dependen de los referentes
ideológicos, de las posiciones políticas, del perfil social del grupo,
de la extracción de clase de las mujeres y de la modalidad de
reclutamiento, pero en todo caso, todas estas normas están inscritas en
el marco de una estructura militar. En estos grupos el estereotipo de la
feminidad cambia sustancialmente y se convierte en emulación de los
patrones de masculinidad; ellas, las mujeres guerreras, que están en
combate, los deben asumir. Los estereotipos bélicos se articulan entonces
con las representaciones sexistas sobre los géneros.
La participación
de las mujeres en la guerra en el país comienza a develarse con el
trabajo de muchas investigadoras y con testimonios reveladores de mujeres
ex- combatientes que narran su papel al interior de estos ejércitos, en
el combate, en la opción política que eligieron, para demostrar desde
allí el tipo de relaciones de genero que se establece al interior de los
grupos armados. En todo caso hoy las mujeres no solo actúan como correos,
recolectoras de información y de fondos, como costureras, espías,
cocineras, servidoras sexuales como lo hacían en las guerras
independentistas, sino que se han incorporado en otras tareas y funciones.
En Colombia se
calcula que las mujeres constituyen mas o menos el 30 % de las filas
guerrilleras. En los grupos guerrilleros FARC y ELN, desde sus inicios, en
sus filas se podrían encontrar mujeres vinculadas a un rol tradicional,
como compañeras, amantes o esposas de los hombres de estas
organizaciones. Luego fueron desempeñando labores en el área de las
comunicaciones y en las labores logísticas, para posteriormente ingresar
como guerrilleras al combate. Este vinculo al combate se realiza en
principio por razones estratégicas o tácticas ya que se considera a la
mujer menos sospechosa en tareas políticas.
En muy pocas
ocasiones las mujeres guerrilleras han accedido a puestos de dirección,
debido a la estricta estructura militar - patriarcal y jerarquizada que
impide a las mujeres el acceso a estos lugares. Las mujeres han estado
entonces en puestos de subordinación respecto a la toma de decisiones políticas
y estratégicas, no están en los puestos de mando tanto en los procesos
de confrontación armada, como en los actuales procesos de negociación.
Las investigaciones muestran que no se expresa equidad de genero en la
estructura de los grupos armados. Maria Eugenia Vásquez, excombatiente
del M-19, anota que la participación de las mujeres en la insurgencia
suscito cambios significativos respecto a los patrones culturales
vigentes, como el hecho de incursionar en el terreno político militar
vedado para ellas; pero estos cambios que implicaban hacer parte de un
ejercito, llevo a las mujeres, que optaron por esta vía, a un proceso de
adaptación y penetración al mundo masculino mayoritariamente de varones
para poder sobrevivir. Era necesario aceptar retos sin cuestionamiento
alguno, para ser aceptadas y valoradas; era importante asumir de lo
masculino el coraje, la dureza, la fortaleza física, el don de mando, la
audacia, el arrojo. Era necesario asumir una identidad para adherirse a lo
dominante, a lo hegemónico, a lo masculino. Se requirió legitimar el
mundo masculino, pues era el referente de lo guerrero.
En su experiencia
Maria Eugenia narra que al interior del M-19 solo dos mujeres hicieron
parte del Comando Superior, que la violencia contra las mujeres se
manifestaba de manera sutil, sobre todo en el ejercicio de la sexualidad;
la división sexual del trabajo se mantenía, siendo ellas las encargadas
de las labores de comunicación, educación, salud, manejo de alimentos.
Las militantes asumian el trabajo domestico, se dedicaban a ser madres, a
ser profesionales, y tambien a ser combatientes, lo que significaba asumir
triples jornadas de trabajo. Las mujeres combatientes se enfrentan a altos
riesgos en su salud sexual y reproductiva, el control de la fertilidad es
exclusivo de ellas.
De otro lado, las
condiciones de los ejercitos y de los combates, junto a la influencia de
masculinidades tradicionales conducen a la promiscuidad en los hombres y a
la paternidad irresponsable. Las mujeres y hombres combatientes pierden el
contacto con sus hijos e hijas nacidos en medio del conflicto belico,
estos son criados por amigos o parientes. Este hecho para el caso de los
hombres es justificado como una exigencia de los nobles ideales políticos,
pero para el caso de las mujeres se convierte en una sanción familiar y
social. "El hombre cuenta con una mayor continuidad en sus roles
sociales, antes, durante y después de su participación en el conflicto,
las combatientes en cambio, se enfrentan a una disminución sustancial de
su red de apoyo, pues en sus propias familias y amistades tienden a
repudiarlas por haber asumido su papel no solo ilegal, sino además reñido
con las representaciones sociales generalizadas sobre la femineidad."
Otro aspecto interesante que develan las investigaciones se refiere al
elemento diferenciador entre las mujeres, pues según la clase social a la
que pertenecía la mujer antes de ingresar a la guerrilla o de acuerdo al
nivel de estudios accedían a unas determinadas condiciones. Por ejemplo,
"En el EPL, en el cual habían ingresado gran numero de mujeres muy jóvenes
y campesinas pobres, se presentaban diferencias en el tipo de tareas y
remuneración, siendo las mujeres urbanas las que desempeñaban funciones
de mayor responsabilidad " Pero a la ves, "Para las
mujeres, sobre todo las de extracción campesina, el ingreso a la
guerrilla también significo progreso. Integrarse a nuevos espacios,
recorrer la región, participar en acciones bélicas, recibir un mínimo
de instrucción y vivir relaciones de compañerismo y solidaridad, son
todos factores que estimularon su desarrollo personal y representaron
cierto grado de emancipación tanto frente a su encierro espacial como
frente a experiencias de la familia campesina, limitadas a lo domestico y
subordinadas a la autoridad patriarcal".
Entre los hombres
por su parte y de manera especifica el acceso a los puestos de mando,
dirección política y militar tiene que ver también con aspectos de la
masculinidad. Se accede a espacios de dirección militar por las
condiciones inscritas en la masculinidad hegemónica como el arrojo, la
audacia, la fortaleza física, la razón, la dureza, la valentía, el
sacrificio por ideales políticos y de defensa bien sea del Estado o de
intereses populares. Este tipo de masculinidad presenta una dinámica en
la confrontación. Cuando se enfrentan los ejércitos se enfrenta también
la condición masculina, por ello cuando un bando es derrotado los hombres
ven menoscabada su masculinidad, porque el dolor, el llanto, la perdida
hacen su aparición dramáticamente. En las guerras la masculinidad esta
en tensión y varia según el éxito o fracaso en la confrontación.
Frente a la frustración se recurre al burdel para reconstituir esta
masculinidad.
En las FARC el máximo
comandante un hombre de extracción campesina con cincuenta años de lucha
y vida militar representa una clara figura patriarcal. Alrededor de esta
figura se construyen formas de cuidado, protección, obediencia, respeto,
acatamiento. Sobre el se centra una figura de poder de dominio que se hace
luego extensiva en la estructura jerárquica y se distribuye en las otras
formas de poder que funcionan al interior de la organización. En
los ejércitos los hombres realizan labores para la reproducción social
de la vida como cocinar y asear que transitan entre el cuidado
individual y colectivo, pero la realización de estas labores esta
inscrita con un sentido disciplinar mas no como una actitud incorporada en
su masculinidad.
III. Las relaciones de genero en el conflicto armado
A.
Efectos de la confrontación armada en mujeres y hombres
Para establecer los efectos de la violencia política diferenciada por
genero y en concreto los efectos sobre las mujeres colombianas, este
documento se apoya en la investigación realizada por la Mesa de Trabajo
"Mujer y conflicto armado", que elaboro un primer avance de
informe sobre la violencia contra las mujeres y las niñas en el conflicto
armado colombiano, el cual fue presentado a Naciones Unidas. El informe
recoge datos y testimonios sobre los distintos tipos de violencia que
sufren las mujeres y las niñas en el marco del conflicto armado y que
incluyen el desplazamiento forzado, la violencia sexual, los homicidios y
señalamientos, las torturas y la violencia sexual.
B..Tanto
los hombres como las mujeres son victimas directas del conflicto armado ya
sea por su condición de militancia o por ser parte de la sociedad civil
como vine aconteciendo en mayor medida. Se identifican efectos en relación
a muertes directas, a la salud sexual y reproductiva, al desplazamiento
forzado, a la situación de la población infantil, y efectos en las
organizaciones sociales.
-
1). Como víctimas
directas. Desde el punto de vista estadístico los hombres siguen
siendo mayoritariamente víctimas del conflicto armado. Sin embargo es
significativo el aumento creciente de las mujeres en homicidios,
desapariciones y muertes en combate. En 1997 las mujeres fueron víctimas
de desapariciones en un 7.9%, de homicidios 10.4%, y por muertes en
acciones bélicas el 0.4%. Entre 1999 y el 2000, "Una mujer cada
14 días fue víctima de desaparición forzada; una mujer murió cada
50 días como victimas de homicidios contra personas socialmente
marginadas, y cada 7 días una mujer murió en combate. Este promedio
diario significa que, en un año 363 mujeres perdieron la vida por
violencia sociopolítica. De estas, 311 murieron fuera de combate, es
decir, en la calle, en su casa, o en su trabajo, de las cuales 277 lo
fueron por ejecución extrajudicial u homicidio político; 27 por
desaparición forzada y 7 por homicidio contra personas socialmente
marginadas." Durante este periodo "15 niñas fueron victimas
de violencia sociopolítica y murieron 21 mujeres jóvenes".
-
2). Se presentan efectos
directos en las mujeres en su salud sexual y reproductiva. Alrededor
de las zonas de conflicto aumentan las redes de prostitución al
servicio muchas veces de los militares, violaciones, abuso sexual,
enfermedades venéreas, embarazo no deseado. "todos los actores
armados cometen delitos contra las mujeres, con la intención de
ratificar, no solamente su poder político por medio de las armas sino
de ejercer su poder como varones sobre las mujeres. Entre tales
delitos están: la violencia sexual; los homicidios y señalamientos
por tener relaciones afectivas con algún actor del conflicto;
modalidades de tortura con
connotaciones simbólicas que denotan desprecio por el sexo femenino;
y las amenazas, hostigamiento y homicidios que atentan contra las
organizaciones femeninas."
Frente a esta violencia sexual el informe de la Mesa de Mujer y
Conflicto armado registra varios testimonios recogidos con las mujeres
en zonas de conflicto, "A las mujeres las violaron, las unían
(cosían), las capaban (les mutilaban los órganos genitales y
destrozaban..... a las mujeres paridas, en nuestra casa nos levantaban
el toldo con las armas y nos amenazaban para que saliéramos.."
....." Yo recuerdo las masacres de Honduras y la Chinita y la
finca del Bajo del Oso en donde murieron como 20 personas. Ahí
cayeron como seis mujeres. Una de ellas fue violada en una finca
bananera, esa finca se llamaba Arrecifes y en ese tiempo había
presencia guerrillera. Recuerdo que el cadáver estaba completamente
desnudo, se le notaban los balazos, la muchacha tenia la ropa interior
en la mano......."Cuando las mujeres son combatientes, aumenta la
dureza y el maltrato hacia ellas en el caso de ser capturadas, pues
generalmente la tortura inicia con violaciones
o maltratos sexuales, las torturas son crueles porque se entiende que
su participación no es solo una rebelión política sino una
trasgresión a los roles tradicionales asignados a las mujeres. La
violación se convierte en un acto de guerra "poseer la mujer del
enemigo parece como acto simbólico de dominación". La violación
cumple una función de terror y procura el silencio. "La violación
sexual, sin embargo, no esta ausente en las acciones bélicas, como
ejercicio máximo del poder sobre el otro, como violencia de genero
subterránea y pocas veces públicamente reconocida".
En las practicas de instrucción de los ejércitos se emplea como método
para provocar odio, reacciones insensibles y desarrollo de la fuerza y
el poder el agredir o menoscabar la condición masculina al
"minimizarla o compararla" con lo femenino. El predominio de
lo masculino se establece a costa de incorporar ideas misóginas y
homo fóbicas, en el marco de identidades bipolares.Una manera de
afectación de la salud sexual en los hombres en el contexto de la
guerra esta referida a las formas de tortura impuesta al enemigo.
Abuso sexual, agresiones físicas en sus genitales y con agresiones
simbólicas y del lenguaje.
-
3). La
situación de las niñas en el conflicto armado es preocupante,
organizaciones nacionales e internacionales han denunciado que el
reclutamiento deniños y niñas por parte de los grupos armados
continua, a pesar de las recomendaciones de la comunidad internacional
a los actores armados para que se abstengan de reclutar menores de 18
años. En Colombia se conoce que los nov y las niñas son ilegalmente
reclutados por los grupos armados para servicios especiales tales
como, mensajeros o tareas de inteligencia entre otras especialmente en
las áreas rurales. Los grupos paramilitares reclutan niños y niñas;
en algunas regiones los niños conforman el 50% de estos grupos. Se
sabe además que ha aumentado la cantidad de mujeres
adolescentes en las filas de los grupos armados. Los niños y
las niñas reclutados por la guerrilla pueden constituir un 40% de los
y las combatientes. Es preocupante que la vinculación de las y los jóvenes,
niños y niñas a los grupos armados, esta basada, frecuentemente en
la falta de opciones y en las condiciones de pobreza presentes en
muchas regiones."
-
4). Las organizaciones
nacionales y regionales, especialmente las que actúan en zonas de
confrontación armada, son objeto de hostigamiento y amenazas que
afectan tanto a sus miembros como el trabajo comunitario que
desarrollan. En el caso de las mujeres, los efectos de la violencia
sobre sus actividades políticas y sociales tienen un costo adicional
pues su participación en los espacios públicos ha sido resultado de
un gran esfuerzo para enfrentar las costumbres excluyentes de los
modelos sociales tradicionales, basados en una distribución desigual
del poder entre hombres y mujeres. Los actores armados encuentran en
el liderazgo femenino ejercido por las organizaciones de mujeres un
obstáculo, que dificulta su avance en el control social y
territorial. La situación de la Organización Femenina Popular de
Barrancabermeja - OFP y de la asociación de mujeres campesinas e indígenas
de Colombia - ANMUCIC es un ejemplo de este efecto.
-
5). Finalmente las y los
familiares de personas desaparecidas se convierten en perseguidos y
objetivos militares. Familiares de sindicalistas, de personas
secuestradas, de defensores de derechos humanos, miembros(as) de
organizaciones populares y sociales al igual que integrantes ONG
sienten los efectos del conflicto.
C.
El desplazamiento
El desplazamiento forzado de hombres y mujeres como resultado de los
combates entre los distintos actores armados, por las masacres, los
secuestros, las amenazas. "Se calcula que en Colombia la cantidad de
personas desplazadas para el año 2000 se acerca a los 2,160.375. El
desplazamiento afecta mayoritariamente a las mujeres quienes conforman el
56% de las personas desplazadas.
El fenómeno del desplazamiento aunque ha estado presente en todos los
momentos de violencia en el país empieza a sentirse con mayor magnitud a
partir de 1981. En esos años se dispararon las cifras de asesinatos políticos
y masacres en aquellas zonas en donde confluyen varios factores y actores
armados entre guerrilla y ejercito, militares y guerrilleros.
"Durante 1999, alrededor de 288.127 personas de aproximadamente,
57.625 hogares, se vieron forzadas a huir como consecuencia de las
acciones desplegadas por los actores armados. Entre enero y diciembre del
2000, se desplazaron un total de 315.384 personas, cifra preocupante en
tanto es el numero mas alto de población desplazada registrada en los últimos
cinco años." En el primer trimestre del 2001, 91.166 colombianos y
colombianas tuvieron que abandonar sus hogares, tierras y o municipios.
"Durante el primer semestre de 2000, los principales responsables del
desplazamiento forzado siguieron siendo los grupos paramilitares con el
49%, seguidos por la guerrilla con un 28% y las fuerzas militares con un
5%. La sistemática violación de los derechos humanos y el derecho
internacional humanitario en Colombia, se acompaña de un porcentaje de
impunidad superior al 98%, lo que demuestra que las violaciones a los
derechos humanos no son investigadas, no se esclarece la verdad de estos
hechos, no se sanciona a los autores y no se repara a las victimas".
"...31 de cada
100 hogares desplazados en el país tiene a la mujer como cabeza de
familia y del total de la población desplazada, el 55% corresponde a
menores de 18 años, porcentaje que equivale a 412.500 niñas y niños que
huyeron de sus familias de las zonas de conflicto armado bajo
presiones de los actores armados." "...en el 30.78% de los
hogares desplazados el padre esta ausente produciéndose un incremento de
la jefatura femenina lo que incrementa la jefatura femenina, la
mujer"
Respecto a los
motivos de desplazamiento el informe de la Consultaría para el
Desplazamiento Forzado y los Derechos Humanos - CODHES "registra para
el
año 2000 un aumento de 8 puntos porcentuales en el desplazamiento por
intimidaciones y amenazas contra la población civil. En 1999 este motivo
representa el 34%, para el año 2000 subió a 42%. El desplazamiento por
miedo aumentó del 18% al 20% y por homicidios intencionales de personas
protegidas aumento en 10%, por las masacres 11% y por el desarrollo de
acciones bélicas el 8%"
El impacto del
desplazamiento sobre la identidad, autonomía y dignidad coloca a las
mujeres y a los hombres en condiciones de mayor vulnerabilidad respecto al
resto d la población. Las mujeres y los hombres deben abandonar no solo
el territorio y su historia personal sino escapar sin nombre para huir de
la persecución y el peligro de ser identificadas. Sufren no solo un
deterioro en sus condiciones materiales de existencia sino un desarraigo
emocional y social de gran impacto individual y colectivo. Las mujeres
entran a asumir la condición de proveedoras que no tenían en el ámbito
rural y la identidad masculina de proveedor que porta el hombre se ve
afectada porque no puede sostener a su familia.
Según la
investigación de Donny Meertens los efectos del desplazamiento forzado se
pueden agrupar en dos grandes momentos:
a. La destrucción
Significa la destrucción de la identidad social agravada en las mujeres,
pues los hombres en las zonas rurales suelen manejar mejor el espacio
geográfico, social y político. Casi siempre las mujeres rurales tuvieron
una niñez de aislamiento social cultural y geográfico. La destrucción
se ubica en el hecho violento mismo (asesinato de cónyuges o familiares y
en la perdida de bienes de subsistencia -enseres, casa, cultivos,
animales-.
Esta destrucción
implica la perdida de las relaciones primarias de afecto con los seres que
hacen su tejido familiar y con el espacio y los objetos, juntos conforman
el desarraigo social y emocional. La condición de desplazamiento va mas
allá de la destrucción del mundo material y afectivo, se sufre una
perdida de identidad como individuos y sujetos políticos, una perdida de
tejido social.
En conclusión el desplazamiento tiene efectos diferenciados para las
mujeres según su condición de viudez, jefatura femenina y
responsabilidad del entorno familiar -hijos, hijas hermanos, hermanas- y
la condición de desigualdad física, emocional y de capacidades para
enfrentar la vida en un medio hostil y desconocido por ellas.
b. La supervivencia
Por ser las mujeres las encargadas de la supervivencia de la familia,
el convertirse en viudas, jefas de hogar, familiares de presos políticos
o desaparecidos o desplazados las coloca en una relación de efecto
directo de la violencia política en el país.
Las familias desplazadas están encabezadas por mujeres cuya
responsabilidad de los hijos recae directamente sobre ellas. Como jefas de
hogar deben superar forzosamente el dolor y la desdicha y enfrentar la
supervivencia en un mundo que generalmente es hostil. Son las responsables
de la supervivencia económica y emocional de la familia. Se pone en juego
su creatividad y el sentido de solidaridad y apoyo entre ellas. Se
extienden las redes de apoyo entre los familiares. Esta situación esta
rodeada del miedo y la tensión que produce el ambiente de clandestinidad
que deben asumir como mecanismo de protección de sus vidas. Los hombres
desplazados no siempre usan estos canales informales de solidaridad y
apoyo y requieren conseguir un trabajo que genere ingresos o establecer
una relación formal de trabajo. Los hombres asumen con menor frecuencia
el soporte emocional de la familia desplazada.
"Enfrentarse al desempleo en la cuidad y aceptar a las mujeres como
proveedores económicos principales no era cosa fácil para los hombres.
En ese sentido, el desplazamiento podría incrementar las tensiones entre
la pareja. La autoestima de los hombres sufría un serio golpe con la
reorganización de la división del trabajo por genero". "Las
mujeres parecen mejor equipadas para continuar las rutinas de las labores
domesticas -tanto en el servicio a otros como en su propio hogar- en pos
de la supervivencia familiar. A pesar de los traumas la pobreza, los obstáculos
a la organización, para las mujeres desplazadas también se presentan
nuevas
posibilidades y espacios de desarrollo personal".
REPEM
Colonia 2069. 11200 Montevideo - Uruguay
Tel/fax: ++5982 4080089 - 4030599
E-mail: laredva@repem.org.uy
|