Por: Alysia Tate
Durban, SEP 08, 2001 (CIMAC).- Criada en las laderas del Monte
Kenya, la madre de Njoki Kamau nunca fue a la escuela. Cuando murió
hace tres años, a los 93, no sabía ni leer ni escribir. Estaba entre los
mil
millones de analfabetas del mundo, de los cuales un tercio son mujeres,
reporta Womensenews.
Cuidaba y araba la tierra de su granja para alimentar a sus seis hijos. Se
defendía de las palizas de su marido. Y enseñó a Njoki, su hija menor, lo
que significaba ser una mujer, mientras su país luchaba por la
independencia del colonialismo británico.
"Era una mujer brillante y sabia", dijo Kamau a un grupo de mujeres en
la
Conferencia Mundial contra el Racismo de la ONU, en un taller convocado por United to End Racism (Unidas Contra el Racismo), una organización
internacional No gubernamental de base que enseña a la gente cómo
reparar los daños causados por el racismo.
Y cada mujer tiene una historia igualmente importante para contar, dijo
Kamau al grupo formado por gente de distintas razas. "Todas ustedes son como ella," dijo Kamau, directora asociada del
Centro
de la Mujer de la Northwestern University de Evanston, Illinois. "Las
mismas cosas que he dicho sobre mi madre, valen para ustedes."
Su taller llevaba el mensaje de que la intersección de raza y género
debería seguir siendo central en la Conferencia, que concluyó el viernes,
la tercera reunión de las Naciones Unidas dedicada al racismo.
Si bien
éste es el tema dominante (y temas candentes y urticantes como el
sionismo y las reparaciones por la esclavitud han acaparado los titulares
de los diarios), mujeres líderes de todo el mundo han trabajado para
garantizar que el sexismo no sea ignorado.
Según participantes a la conferencia, desde su nacimiento muchas niñas
en todo el mundo experimentan lo que UNICEF denomina el "apartheid
de género." Sus derechos básicos a la nutrición, atención de salud,
educación, igualdad, subsistencia e incluso a la vida les son negados o
restringidos.
EL OTRO ROSTRO DEL RACISMO
La mayoría vino al Foro de ONG que precedió a la Conferencia, para
hacer presión para que se adoptara un
programa de acción respecto de la
discriminación por género que, a su vez, pudiera ser incluído en los
documentos de la Conferencia adoptados por los gobiernos de todo el
mundo.
Aunque la Conferencia Mundial Contra el Racismo no incluyó el tema del
género en su agenda, ni lo consideró en el mismo nivel que el racismo,
más de 40 eventos paralelos ofrecieron la oportunidad de explorar las
conexiones entre racismo y género.
Mary Robinson, la Alta Comisionada de la ONU para derechos humanos,
emitió un informe de 34 páginas titulado "Dimensiones de Género de la
Discriminación Racial", que recibió poca atención.
"Entender las dimensiones de género de la discriminación racial es
esencial para diseñar respuestas a la discriminación racial que sean
efectivas tanto para hombres como para mujeres," escribió.
"Resulta evidente que las dimensiones de género de la discriminación
racial son complejas y variadas. Sin embargo, esta misma complejidad
requiere la atención de los estados miembros, las instituciones nacionales,
la sociedad civil y las Naciones Unidas, para enfrentar el problema."
La abogada internacional de derechos de las mujeres, Charlotte Bunch,
directora ejecutiva del Center for Women's Global Leadership (Centro
para el Liderazgo Global de las Mujeres) de la Rutgers University en New
Jersey, argumentó aquí que las mujeres experimentan el racismo en
formas particulares, por lo que corresponde que la comunidad
internacional tome nota y actúe para reparar la doble discriminación.
Es probable que los documentos de la conferencia no reflejen esa realidad,
agregó.
"El avance es que mencionan el género, cosa que no habría pasado hace
10 o 15 años," dijo Bunch. "Pero debemos seguir
trabajando."
LA REALIDAD DE LAS MUJERES, MÁS ALLÁ DE LA FICCIÓN
Para ayudar a que este cambio se produzca, la organización de Bunch
patrocinó una audiencia sobre derechos humanos. Alrededor de una
docena de mujeres interrumpió la retórica de la conferencia para hablar de
sus historias personales sobre sexualidad, inmigración y genocidio.
Una de ellas fue Indira Ghale, miembra del comité central de la
organización nepalesa Feminist Dalit Organization (Organización
Feminista Dalit). Como integrante femenina de la casta más baja del país
(antes conocida como "intocables"), Ghale dijo que debe enfrentar una
"doble discriminación".
Cada año, por ejemplo, las familias de siete mil mujeres jóvenes de su
país venden a sus hijas a hombres que les prometen matrimonio, pero que
luego las venden a prostíbulos indios y las fuerzan a prostituirse.
Según Ghale, esto sucede en parte porque sus madres buscan la movilidad
ascendente (social y económica) lograda por las mujeres del mundo
desarrollado.
"No tienen preparación como para ganar dinero, no tienen trabajo y sus
necesidades son siempre mayores," dijo. "Quieren ser como otras
mujeres."
Ese ejemplo ilustra las distintas formas en que el racismo afecta a las
mujeres, según Kamau. La globalización implica que la mayoría de los
pobres del mundo viven en el "Sur Global", o sea en el Tercer Mundo y
la mayoría son mujeres. El racismo, dijo, se convierte en la excusa para
continuar su explotación.
Contar, y escuchar, las historias de cada una es un antídoto poderoso
contra el sexismo que silencia a las mujeres, dijeron Kamau y Bunch.
Quienes asistieron al taller de Kamau se agruparon de a dos, y se turnaron
para compartir sus experiencias de racismo.
LA HISTORIA DE UNA MUJER BLANCA
Este trabajo ha llevado a por lo menos una líder blanca a confrontar el
racismo en su propia familia.
Diane Balser, profesora de estudios de la mujer en la Universidad de
Boston e integrante de United to End Racism (Unidas Contra el Racismo),
dijo que le llevó años aceptar su rol de mujer blanca en el movimiento de
mujeres. Contar su historia una y otra vez, por ejemplo, finalmente la
liberó de la vergüenza que sentía por haber crecido con una ama de llaves
negra.
"Fue muy, muy duro resolver la realidad de que somos oprimidas como
mujeres, pero también que tenemos el papel del opresor," dijo. "No
podía
enfrentar eso. No podía admitirlo."
Ahora, dijo, puede apoyar más efectivamente el liderazgo de mujeres de
color, si bien ella continúa teniendo un rol central.
Según Ghale, ese tipo de alianza es clave.
"No es fácil para nosotras, pero creemos que éste es nuestro mayor poder:
plantear el tema en forma internacional," dijo. "Necesitamos la cooperación mutua."
* Traducción de Gabriela Adelstein de la Red informativa de mujeres de Argentina (RIMA).
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