Dicen que el referéndum lo ganó el “Sí”. Para ello el gobierno de Oscar Arias se alió con millonarios, corporaciones extranjeras y el embajador gringo que usaron el poder económico para asustar o comprar el voto de muchos costarricenses. Sin duda también había gente convencida del libre comercio que votaron de buena fe creyendo que era lo mejor para el país. El resultado numérico lo lograron, pero para alcanzarlo debieron recurrir también al fraude y a las peores formas de manipulación. Ahora pretenden que el pueblo reconozca algo viciado de nulidad y fraude, cuando lo que debe comenzar a reconocer es la “tiranía en democracia”.
El simple hecho, claramente demostrado de violar la tregua en las 72 horas previas al referéndum que hizo cambiar el resultado, fue una violación gravísima a la democracia. Cuando todos los sondeos y las encuestas aseguraban el triunfo del NO en 12 puntos, violentando la tregua decretada que impedía hacer propaganda, la hicieron y así consiguieron que en los cantones del centro del país, los más poblados, donde quienes rechazaban el TLC mayoritariamente no votaran y así lograron “ganar”.
El artífice fue el embajador de Estados Unidos con una interferencia que también está prohibida, durante la tregua hizo pública una carta ambigua y amenazante, escrita por una funcionaria del gobierno de Bush, que a Dios gracias está en su ocaso. Retornaron a la campaña del miedo ahora acompañada por el terrorismo internacional. Disfrazaron “la noticia” y la convirtieron en propaganda que pasaba en forma insistente a toda hora en diversos medios.
Mientras tanto, hasta el día del referéndum Oscar Arias y sus colaboradores, irrespetando su investidura, se desgalillaban en la televisión, especialmente en Repretel, llamando a la gente a votar por el Sí, lo cual está prohibido durante la tregua. Actuaron como el deportista que hace trampa y gana o el estudiante que roba un examen y aprueba la materia. Sacrificaron la democracia con tal de obtener el resultado se valieron del clientelismo y la miseria de la gente para conseguir votos. Si no cumplen las promesas, tendrán el perfecto caldo de cultivo para la violencia y la pérdida de la paz social
No hubo un magistrado o delegado del TSE que con la autoridad que tienen, exigieran a los medios de comunicación como lo habíamos solicitado varios ciudadanos, que cesara esa acción fraudulenta y violatoria a la ley. Así la pureza del sufragio se vio menoscabada. Muchos observadores internacionales lo señalaron y da la vuelta al mundo que el premio Nóbel de la Paz 1987, actuó deshonestamente.
La campaña del NO, respetuosa de la tregua, no respondió ni violentó lo establecido por el Tribunal Electoral. Ya no había forma de revertir el daño, mucha gente asustada dejó de acudir a las urnas, aumentó el abstencionismo a un 40% cuando se esperaba que fuese menor por ser el primer referéndum en la historia y sobre un tema que había despertado gran interés. Mucha gente que apoyaba el NO, temió votar y así “triunfó” el “Sí”. Sí, don Oscar, usted ganó, ahora tiene su tigre suelto, pero está furibundo, hambriento y sin jaula.
Tras el “triunfo” del “Sí” no vimos gente alegre, peor aún en una comunidad de un barrio marginal donde compraron votos a diestra y siniestra, una de las buenas amigas que hice en esta lucha y trabaja en una escuela de esa comunidad, relataba que el lunes se respiraba un ambiente de vergüenza, no había alegría para nada. ¿Qué podrían celebrar los pobres?
Mientras tanto, la gente del NO reafirma su determinación de seguir la pelea contra las nefastas leyes de implementación. Cuentan con dos armas invencibles: Amor y Patriotismo. Como las leyes no fueron consultadas, están en derecho pleno de oposición y por eso nadie quita calcomanías y siguen usando broches y camisas del NO. Los del “Sí” no se manifiestan, parecen no existir.
Como demócrata, amante de la paz, de la justicia, el respeto a los derechos humanos y la institucionalidad, siempre he aceptado los resultados aunque sean adversos a mi posición, pero no puedo aceptar un fraude de ninguna manera. Aceptarlo, además de antipatriótico sería claudicar a todos los principios que siempre he defendido con pasión.
En esta lucha gané una cantidad incalculable de amigos y amigas que enriquecieron mi vida. Fortalecieron mi determinación y perseverancia, abonaron mis ideales y mi fe en la humanidad, algunas personas difíciles o radicales aumentaron mi capacidad de tolerancia y aprendí cosas maravillosas que desconocía… sólo perdí un amigo por insensible y que sigue encandilado con el falso brillo del dinero, creyendo que las transnacionales o Carlos Slim lo contratarán.
Flora Fernández | Octubre 15, 2007
