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Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe
São Paulo, Brasil, 10 de Octubre 2005
Algunas
reflexiones para profundizar y construir movimiento
Por
Marusia López
Submitted by 10º Encuentro on Miércoles
12 Octubre, 2005 - 13:28 Ponencia
presentada el 12 de octubre durante el Panel"Pasado, presente y futuro
del feminismo en América Latina y el Caribe" Por Marusia López Cruz, Elige Red de Jóvenes por los Derechos Sexuales y
Reproductivos, A.C
Antes que nada quiero expresar la profunda emoción que tengo por estar aquí
con ustedes y agradecer a las organizadoras que me hayan convocado a compartir
algunas reflexiones en este panel que nos invita, nos confronta y nos pone
frente a un horizonte completamente incierto pero siempre esperanzador.
Cuando leí el título de este panel mi mente se quedó en blanco, acto
seguido se me vinieron cual remolino miles de pensamientos inconclusos y
finalmente entre en pánico. La síntesis de esta locura es lo que intentaré
presentarles a manera de reflexiones agrupadas en tres grupos de ideas que han
estado presentes en este Encuentro y que reflejan tanto debates que considero
pendientes, como viejas preocupaciones que seguramente ya se han discutido
ampliamente pero que, desde mi punto de vista, no han sido lo suficientemente
compartidas y reflexionadas con quienes nos hemos insertado recientemente al
movimiento. En mis palabras, buscaré reflejar lo que he aprendido y escuchado
de otras feministas, lo que hemos reflexionado en la organización a la que
pertenezco y lo que ha salido de sobre mesas, pasillos y borracheras
memorables.
Primer grupo: las utopías, las agendas y las articulaciones de cara al
contexto actual.
Hoy en día no hay duda de que la desigualdad, la exclusión, la muerte y la
devastación ambiental; generada por un sistema que se sustenta en la
múltiple opresión y explotación de género, raza, etnia, edad, preferencia
sexual, entre otros; pone en riesgo la existencia misma de la humanidad.
Frente a la ruptura evidente del pacto social, la completa falta de
legitimidad de la clase política, el cinismo de nuestras democracias
construidas para responder a los intereses de las oligarquías nacionales e
internacionales y el fracaso de muchas revoluciones socialistas que en la
mayoría de los casos no lograron consolidarse, tuvieron que subordinarse a la
lógica neoliberal o no pudieron aplicar sus principios a todos los ámbitos
de la vida social; considero que es necesario reflexionar sobre:
Cuáles son las alternativas de sociedad construidas o por construir
por los feminismos, y cuáles son los contenidos actuales de nuestras
utopías.
Cómo pasar de la visibilización de las contradicciones
estructurales a la formulación de horizontes posibles de transformación.
Qué nuevos conceptos podrán cuestionar el discurso patriarcal, ya
que muchos de los construidos como la categoría de género han sufrido un
vaciamiento de contenido y un uso oportunista por parte de otros actores
sociales.
Pasando de las utopías a las agendas, me pregunto si la urgencia de revertir
las desigualdades y de construir nuevos pactos sociales, no requiere también
de que reflexionemos sobre cómo podemos, a partir de las experiencias de
trasgresión personales y colectivas y de las políticas afirmativas que hemos
logrado implementar, construir formulaciones más amplias respecto al tipo de
Estado, de democracia y de desarrollo que queremos.
Me parece central contar con agendas programáticas que, partiendo del
principio fundamental de la integralidad, articulen los derechos sexuales y
reproductivos con los políticos y los económicos, sociales y culturales;
definan medidas para hacer exigibles y justiciables los derechos que hemos
conquistado y traducido en obligaciones del Estado; propongan marcos
institucionales y condiciones para la democracia participativa y, en general,
nos permitan mantener lo logrado frente a las reacciones fundamentalistas y
seguir avanzando hacia la construcción del mundo que queremos.
Sin embargo, no es suficiente ampliar las reflexiones sobre nuestras utopías
y avanzar en la construcción de agendas más amplias y propositivas si no hay
una reflexión sobre las estrategias de articulación con otros movimientos
sociales que le den mayor impacto y sostenibilidad a nuestros planteamientos y
sean parte de los contrapesos necesarios que como sociedad tenemos que hacer
al poder.
Esta discusión, pasa primero por revisar las experiencias pasadas y en curso
y hacer un balance de los obstáculos y oportunidades que hemos encontrado en
estas articulaciones. Parafraseando a Lucy Garrido, es importante entender
porqué muchos de los movimientos sociales pareciera que se olvidan o fingen
olvidarse de los aprendizajes adquiridos en las luchas por la democracia, de
que los cambios culturales requieren mucho más que la participación en
espacios formales y sobre todo de respetar las diferencias y de ser más
inclusivos; entendiendo que las identidades van más allá que los obreros y
campesinos y que, en el proceso de cambio social, no hay unos derechos más
urgentes que otros .
Este balance posibilitaría la reflexión sobre cómo lograr una articulación
efectiva que, sin perder autonomía, nos permita avanzar hacia la
construcción de consensos amplios que no minimicen o cuestionen nuestras
agendas y si permitan la comprensión de la trascendencia y transversalidad de
los planteamientos y propuestas feministas para lograr la transformación de
la sociedad en su conjunto.
Segundo grupo: los diálogos intergeneracionales. Aunque en este terreno es
innegable que mucho hemos avanzado en la apertura de espacios, en el
reconocimiento de liderazgos compartidos y complementarios y en la
visibilización de demandas y formas de organización específicas, etc.;
considero que hay reflexiones pendientes.
Una de ellas es la relacionada con las especificidades de las jóvenes y sus
agendas. En este terreno, me parece que ha resultado difícil definir y
entender que, si bien las mujeres de diferentes generaciones compartimos
problemáticas similares, la construcción social y simbólica de la juventud
desde la cual se define a las y los jóvenes como personas carentes,
dependientes, inexpertas y que solo adquieren valor como promesa de futuro y
no como realidad presente; hace que vivamos estas problemáticas de formas
específicas.
Otra, es la reflexión sobre las relaciones de poder imperantes entre las
diferentes generaciones lo cual implica hacer un balance sobre si se han
integrado las diferentes realidades generacionales en los discursos, los
liderazgos, las articulaciones, la distribución de los recursos, las formas
específicas de organización y articulación.
Estas y otras cuestiones creo que se pueden abordar sin dificultad puesto que
son cada vez mejores las condiciones para compartir procesos y trabajar
juntas. Apenas en uno de los talleres de anoche hubo un diálogo
intergeneracional en el que, a través de compartir nuestras historias de vida
y de lucha, pudimos fortalecer los puentes de comunicación que hemos
cimentado y ubicar aquellos que están a la espera de ser construidos. Este
tipo de diálogos es importante que se amplíen a nuestras organizaciones y a
todos los espacios de encuentro que tengamos, ya que de ellos saldrán
seguramente estrategias concretas para fortalecer la continuidad del
movimiento.
Tercer y último grupo: la articulación e inclusión de las diversidades. El
tema de las diversidades ha estado presente de muchas formas en este y otros
espacios de reflexión. Creo que la insistencia de importantes grupos por
debatir y tomar postura frente a las diversidades ha enriquecido ampliamente
al movimiento incorporando visiones, realidades y propuestas diferentes.
Durante estos días se ha debatido sobre lo que significa integrar y asumir
las diversidades, respetando las prioridades de lucha de cada persona y
organización. En ese marco, ha estado presente la reflexión sobre el
movimiento trans y su participación en los Encuentros feministas, cuyo debate
nos ha llevado a cuestionamientos que seguro irán más allá de este
Encuentro.
Uno de ellos está relacionado con la pregunta de qué es lo que define a
nuestro movimiento y las marcas de adscripción a él. Esta pregunta nos lleva
a debatir sobre las distintas posturas de lo que nos hace parte o no de este
movimiento y que van desde la afirmación de que es la identidad y la forma en
la que vivimos la opresión lo que nos articula hasta que son las perspectivas
del mundo y del cambio social.
Otra tiene que ver con los riesgos u oportunidades que implica la integración
de grupos y sectores que históricamente no habían participado en espacios
como este, frente a lo cual también hay posturas diversas que van desde
considerarlo un riesgo a la autonomía, hasta una oportunidad de ampliarnos y
diversificarnos.
Sin embargo y más allá de la participación o no del movimiento trans en los
próximos encuentros feministas, también queda pendiente reflexionar sobre lo
que lo trans en si mismo ha implicado para la teoría feminista, sobre cómo
ha confrontado nuestros propios esencialismos y sobre si puede ser o no una
oportunidad para colocar en nuestras utopías nuevas formas de ser y de estar
en el mundo que no cristalicen las identidades.
Estos debates tienen que ser el motor de un proceso de reflexión,
comprensión y diálogo entre nosotras y también, por supuesto, con el
movimiento trans.
Hasta aquí llegó esta locura, les agradezco mucho la atención y espero que
algo de lo dicho haya invitado a que continúen y se revitalicen los debates,
a que socialicemos las reflexiones que se han construido y a que nos miremos
hoy y siempre como un movimiento EN movimiento. Muchas gracias.
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