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Maneras de traer al mundo
¿Te podés dejar de pajear?" La pregunta no
era una pregunta, la mala palabra era más que una mala palabra, el reto era por perder tiempo y la referencia onanística era, en realidad, su antítesis. Si hacer el amor es una frase
hecha para definir a una relación sexual en donde hay más que sexo, tal vez hacer el amor también pueda ser ayudar a nacer, en donde la sexualidad femenina está más abierta, pujante y vulnerable que nunca y esa mujer -la partera- que da la mano e irrumpe o impulsa su
cuerpo puede ser clave para hacerla sentir valiente -empoderada dirían los manuales- o más, más, más vulnerada. Una partera que no quería ver sólo su reloj, su tiempo, su comodidad, sino que esperaba los tiempos de las mujeres que estaban por parir partidas por el rayo de la urgencia, pero,
también, de la necesidad de
sentirse poderosas para poder parir. "¿Te podés dejar de pajear?", le imputaron en el Hospital Santojanni a Marina Lembo por esperar el tiempo de las mujeres que querían parir sin ser apuradas, vapuleadas, insultadas o tratadas como
vallas a saltear en el parto a parto hospitalario. Ella, licenciada en Obstetricia que -a diferencia del "dígame licenciado" que se hizo
chiste y muletilla política- prefiere nombrarse partera en homenaje al conocimiento de las parteras ancestrales que todavía suben y bajan los cerros y los pueblos argentinos, creó junto a Sonia Cavia (técnica en comunicación y doula, otro tipo de acompañante femenina
pre y post parto) Mujer Sabia Editoras. Allí, ya publicaron Partería espiritual (La naturaleza del nacimiento entre el amor y la ciencia), de Ina May Gaskin
-fundadora del Centro de Partería de "La Granja", en Estados Unidos- y los cuadernillos Ser parteras en el Siglo XXI, Posiciones en el parto y Periné: episiotomía y desgarro. También están por iniciar una Escuela de Parteras del Sigo XXI, en Villa General Belgrano, Córdoba. Mientras que, por otra parte, en Mar del Plata, del 10 al 13 de marzo de este año,
se realizó el II Congreso Regional de las Américas de la Confederación Internacional de Parteras "Fortalezas y Pero no son emprendimientos aislados, sino parte de la revalorización mundial del rol de las parteras, La partera Sandra Laporta empieza la entrevista agotada. No importa la agenda porque ella no tiene, no puede tener, según su manera de ponerle el cuerpo al oficio, una agenda
pautada. Las pautas las dan las mamás y los bebés. Son las doce del mediodía y ella empezó a la una de la madrugada y terminó a las nueve y media de la mañana el parto de Máximo, en la casa -y con la colaboración conjunta- de Raquel Schallman, una partera autónoma e
histórica en la Argentina. "La mamá tenía dilatación completa a las tres de la mañana pero nosotras esperamos", explica. La espera en este tiempo sin tiempo parece ser la mayor diferencia entre una partera y el despacho en el que se han convertido los
sanatorios y hospitales. "La virtud más grande para atender partos es saber esperar y saber intuitivamente cuándo "El parto es una escena incontrolable -resalta- y hay que tener paciencia y amor para hablarle bien En el actual sistema de salud las condiciones de hotelería y tecnología pueden cambiar -el
ingreso del padre a la sala de partos también- pero muchas veces un hospital público y un sanatorio privado se parecen en el apuro, la despersonalización de la atención y el avasallamiento de los deseos de las mujeres. La Maternidad Sardá es emblemática de la sobredosis laboral con la que trabajan médicos/as y licenciadas en obstetricia. Elsa Andina, jefa de Tocoginecología de la Sardá,
revaloriza, igualmente, el ¿Las parteras de una maternidad pública pueden atender con la suficiente dedicación y paciencia a las mujeres que van a parir? -Nuestras parteras, efectivamente, tienen la
capacidad humana y laboral necesaria para acompañar a las parturientas, aunque en esto interfiera el exceso de la demanda de una maternidad como la nuestra, que alcanza picos de 35 nacimientos diarios -enumera Andina. Muchas veces parece que las demandas a favor del parto humanizado son una opción new age o un capricho neo hippie. Pero, en realidad -igual que
la intimidad- los partos son una escena íntima, pero también una decisión pública. "Esto es una cuestión política y económica -enmarca Sandra Laporta-. Para los médicos la espera es perder tiempo porque el tiempo es
oro según la ideología de productividad. En cambio, para nosotras, acá se juega una cuestión social y de salud pública", subraya. ¿Qué alternativas hay? Por un lado, son cada vez más las mujeres que eligen parir en su casa (aunque no llegan a ser el uno por ciento de los
partos) o en casas de parteras. Por otro lado, resurgen las casas de partos. Otras, hacen un trabajo de parto acompañadas por una profesional con afinidad y llegan al hospital a último momento. Pero, también, son cada vez más
las que exigen los derechos que tienen -por ley- de poder elegir con quién estar acompañadas, la posición para parir o dar la teta apenas nace el bebé. Por eso, el parto natural no es un solo parto, sino que lo natural es que las mujeres puedan expresar y elegir según sus deseos cómo vivenciar el nacimiento de su hijo o hija. Por eso, la elección no puede ser sólo entre un parto 100 por ciento natural o callarse y pujar. Jaqui Zieler apunta a modo de ejemplo: "Los partos humanizados se llaman así por la calidad de presencia y contacto y no por el ámbito donde sucedan. Yo estuve en una 'cesárea humanizada' en la maternidad más tecnológica de la ciudad, donde estábamos abrazados, cantando, riendo, escuchando una música hermosa. La mamá logró que le dejaran al bebé no bien nació y lo que allí sucedió entre ellos fue asombroso, aun para el equipo médico, que nunca había visto algo igual".
"La sistematización de los partos nos ha dejado a las mujeres completamente alejadas del acto de parir. DERECHOS EN EL PARTO
Unicef revaloriza a las comadronas "Llegado el momento del parto se prepara un catre o una cama con trapos limpios.
La nogotolec loo le dice palabras suaves y cariñosas al oído y le dice que haga fuerza sin tocarla para nada hasta que le sale la cabeza del bebé. En ese momento se va masajeando y empujando la panza hacia abajo hasta que sale el bebé. Si se demora se le hacen caricias en
la cabecita al niño pero nunca tratando de sacarlo", contó una anciana partera toba de Miraflores sobre el rito de las palabras dulces como anestesia para el dolor de parir. Pero ese conocimiento ancestral no sólo fue despreciado, también fue condenado a la exclusión social. Por eso, en Juan José Castelli, en el
Chaco, el 62,3 por ciento de la población tenía las necesidades básicas insatisfechas, la mortalidad infantil era del 48,6 por ciento y la mortalidad materna eran del 3 por ciento cuando Unicef decidió capacitar, en los '90, a las comadronas ancestrales de la zona. "Unicef
ha procurado impulsar un proceso de cambio y no un mal comprendido 'respeto hacia las prácticas tradicionales' que se traduzca en un aval a la miseria y a la postergación de aquellos que fueron conquistados. Pero esto es muy distinto a los que niegan en bloque los saberes previos de las comunidades y procuran, lisa y llanamente, implantar un programa de adiestramiento de comadronas como meros apéndices, sin
identidad propia, del sistema de salud. No hay que despojar a estas poblaciones de lo mejor de su
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