Por: Ana Silvia Monzón[1] En la semana del diez al catorce de julio
estarán reunidas, en Antigua Guatemala, mujeres que hacen historia.
Desde la academia ellas han contribuido a
visibilizar los nombres y los aportes de las mujeres que, por el sesgo
masculino que ha caracterizado a la historia, habían sido relegadas o
ignoradas. Desde hace varias décadas se ha
abierto brecha para incorporar en la academia nuevas formas de hacer historia.
Desde una perspectiva crítica se ha planteado que ésta ya no debe
visualizarse como una sucesión de batallas o listas de personajes que, según
la versión oficial, son quienes han moldeado la memoria histórica de
nuestras sociedades. No, ahora también se da importancia a
la experiencia de los “otros” y, cada vez más, de las otras. A las
experiencias colectivas que sucedieron y suceden no sólo en el ámbito
público sino en los hogares. Se da valor a los hechos cotidianos no sólo a
los sucesos excepcionales. Se
plantea que la historia se va construyendo de diversas maneras, en distintos
ámbitos. Para las mujeres resulta particularmente
significativo contar con un espacio donde se nombre la historia en femenino,
donde se dé relevancia a las acciones de mujeres que otrora rompieron
esquemas, transgredieron normas, se atrevieron a marcar caminos para otras.
Hacer historia desde y para las mujeres tiene un sentido político, el
de dotar a las mujeres de una memoria histórica hasta ahora negada por la
historia patriarcal. El de
transformar a esas “otras” siempre nombradas en función de otros
masculinos, en sujetas históricas y políticas.
Durante cinco días historiadoras,
literatas, sociólogas, comunicadoras, politólogas, antropólogas, en fin
académicas de diversas disciplinas harán un recorrido histórico con mirada
de mujer. Se iniciará con una
celebración por “una década de hacer historia” ya que en 1996 se abrió,
por primera vez, una Mesa de Género e Historia en el marco de los Congresos
Centroamericanos de Historia. Los nombres de Eugenia Rodríguez,
costarricense, Yolanda Marco, española-panameña, Beatriz Palomo, guatemalteca, y de otras historiadoras están
ligados a ese histórico momento de inclusión de las mujeres como sujetas de
estudio en un campo académico que había privilegiado el decir y el hacer de
los hombres. Este espacio se ha consolidado y atrae a investigadoras que
han optado por desarrollar la historia desde la perspectiva de género y/o
priorizado a las mujeres contribuyendo a visibilizar primero a las mujeres en
la historia y, cada vez más, construyendo una historia de las mujeres. Puede enviar sus comentarios sobre el artículo a
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