¿Deseos
de cambio ... o el cambio de los deseos?
Feminismos:
Pasos críticos
por
Margarita Pisano
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El
siguiente texto corresponde al capítulo 7 del libro ¿Deseos de
cambio ... o el cambio de los deseos? escrito por la feminista
chilena Margarita Pisano.
Este texto fue enviado por la Red Rima
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Las
mujeres no hemos sido constructoras de esta crisis, no nos
pertenece....
Esta no es nuestra cultura, aunque estemos colonizadas en ella y
algunas hayan accedido al poder y otras gocen de ciertos
privilegios femeninos. |
Las mujeres hemos estado al servicio de este sistema socio-cultural, lo
hemos reproducido. Para cambiarlo es necesario un proceso de cambio
personal, un proceso de toma de conciencia individual y colectivo.
Tomar conciencia de nuestra opresión es un proceso difícil: hacemos un
descubrimiento, lo relacionamos, lo llevamos a nuestras conciencias y descubrimos
nuestra opresión.
Este primer paso de reconocernos explotadas, oprimidas, enajenadas, nos
lleva a reclamar el acceso a la igualdad, el acceso al sistema.... al
poco andar comenzamos a sentirnos incómodas, nos damos cuenta que el
sistema nos es ajeno y que nuestro acceso no lo cambia.
Este "darse cuenta" nos lleva a seguir indagando, nos lleva a
profundizar sobre nuestras relaciones con la totalidad de la vida, más
allá que la relación hombre-mujer, de la relación de género.
Como en todo proceso, hay instantes que son de reflexión interna
necesaria al proceso y que parecen detenciones. Pero existen detenciones
que son de verdad, que son un acomodarse nuevamente y de las cuales es
difícil salir porque se han conseguido licencia para hacer cosas que
antes eran inconcebibles.
Pero el feminismo no puede detenerse pues detenerse significa quedarse
en el sistema en una actitud de reclamo, victimización y en la
incapacidad de romper para transitar a espacios de creatividad.
En los procesos de formación-capacitación en que estamos trabajando
como feministas percibimos claramente que llegamos a esos momentos críticos
en que el proceso se detiene o avanza , como dice un amigo, a lo que en
el bolero se llama alma.
Como parte de este proceso que iniciamos, al darnos cuenta, detectamos
estancamientos, límites y retrocesos. Investigar por qué suceden y en
qué momento del proceso no incorporamos ciertas reflexiones o no
percibimos ciertas informaciones, es lo que llamo "pasos críticos".
Son momentos, instantes de apertura, donde debemos estar atentas y
lograr la interacción, el fluir de la información. No hacerlo
significa, por lo menos, un retroceso en la urgencia del cambio y un
perder la posibilidad de la profundización.
Otro paso crítico está en el momento en que situamos el poder. El
Poder patriarcal lo reconocemos en el Estado, en la Iglesia, en el
partido, en el ejército, en la academia, en el lenguaje, en el hombre.
Debemos indagar otras miradas con respecto al poder, otras maneras de
concebirlo y descubrirlo, esta manera constituye el "poder
hacer", como dice Julieta Kirkwood y yo agregaría el poder pensar
y sentir.
¿Qué significa esto? Poder hacer es un acto de libertad que en lo más
profundo significa no entregar a otros, a alguien fuera de nosotras el
poder de explicarnos el "misterio de la vida. Esta explicación
fuera de nosotras nos convierte en esclavas y estanca el proceso.
En el proceso de toma de conciencia que iniciamos las mujeres en busca
del "poder hacer, poder pensar y poder sentir" hay pasos críticos
más o menos visibles". Uno de los más visibles es el que se
produce cuando enfrentamos el miedo: miedo a que no nos quieran, miedo
al rechazo, miedo a no ser atractivas, miedo a no ser inteligentes, a no
responder a lo que se espera de nosotras.
Hay
miedos de verdad y que sirven, que son alertas a reales
peligros, pero hay miedos que son paralizadores de nuestras
vidas.
Son miedos inventados por la cultura, fantasiosos, son
construcciones que no nos dejan ver nuestras capacidades,
nuestra fuerza interna, nuestro poder. |
Descubrir nuestra fuerza
interna es desprendernos de modelos inalcanzables, construidos desde la
ideología dominante, desde la moral vigente. El desprendimiento es un
paso crítico y debemos buscar la forma de incorporarlo a nuestras
vidas, porque desprenderse significa no quedar apegada ni a ideas, ni a
prejuicios, ni a personas, y por último significa asumir nuestras vidas
con la propuesta que ella contiene que es vivirnos la vida bien, amar
nuestra vida como una aventura en-cantadora (estar en el canto de la
vida).
El mundo en que
estamos viviendo
Hoy día estamos viendo que al intervenir lo cíclico del universo lo
que conseguimos no es mayor seguridad, sino que conseguimos la
inseguridad de la sobrevivencia de la especie y del planeta ... y mucho
sufrimiento. Los momentos más agudos y críticos del sistema son las
guerras, las dictaduras y hoy las catástrofes "naturales" que
ya no son tan naturales y todas son el resultado del dominio ejercido.
Es en estos agudos del sistema donde hemos tomado conciencia de los
derechos humanos, y ahora de los derechos de la naturaleza.
Los hombres, como legítimos dominadores, han sustentado el poder y
desde ahí perpetúan el sistema patriarcal en una cadena de privilegios
e injusticias que también los atrapa a ellos. Los hombres tienen el
desafío de trabajar sus privilegios, dejando que los deseos de cambio
fluyan y hagan posible las transformaciones urgentes y profundas que
necesitamos todos. Pero como es difícil trabajarse los privilegios,
todos lo sabemos, para mantenerlos el grupo hegemónico varón usa el
poder que tiene en el
supuesto de preservar los valores de la humanidad, que finalmente son
los valores del sistema.
En contraposición a este mundo pragmático en que estamos estacionados
en esta época, hay una creciente preocupación por hablar y replantear
las utopías. Estos juegos de imaginación de proyectar una sociedad
diferente nacen de la constatación cotidiana de la irracionalidad del
sistema y su incapacidad de plantear alternativas de cambio del
patriarcado. El supuesto conformismo y resignación que se nos atribuye
respecto a lo que estamos viviendo es una construcción ideológica cuyo
objetivo es impedir que nos veamos con capacidad de cambio y así
mantener el control.
Nuestras rebeldías expresan los deseos de cambio y las potencialidades
que tenemos de crear, de colaborar y de conectarnos con energías
positivas.
Estas rebeldías y deseos de cambio han estado presentes a través de la
historia de la humanidad. Las ideas de libertad, igualdad y fraternidad,
por ejemplo, han sido producto de la creatividad humana. Estas y otras
propuestas han quedado como utopías sin concretar, sin embargo han
aportado cambios significativos al instalar en el imaginario ideas
realizables.
La resistencia y la rebeldía de las mujeres no son un producto de la
"modernidad", son deseos de cambio que se han expresado en
diferentes períodos históricos. Las mujeres no nacemos naturalmente
inferiores, hemos resistido y los avances logrados dan cuenta de estas
resistencias. Sin embargo, permeadas y colonizadas en la feminidad,
nuestra resistencia la mayoría de las veces pierde su proyección filosófica
y política transformadora. Los conocimientos aportados por las mujeres
no están libres de ser atrapados por la lógica del dominio.
Nosotras, las feministas, sabemos que cada vez que logramos acceder a lo
público esto produce resistencias, presiones y sobre todo intentos de
reciclarnos en el sistema, desgraciadamente esto lo han logrado muchas
veces. Entonces, es importante estar atentas para que nuestras
propuestas no sean asimiladas, para que no pierdan su objetivo
profundamente transformador y para que nuestra participación no sea
usada una vez más en recrear el sistema simbólico/valórico vigente.
La Utopía Feminista
Esta crisis es la crisis de la razón y la lógica del colectivo hegemónico
masculino. Las mujeres no hemos sido constructoras de esta crisis, no
nos pertenece. Los intentos de aportes de las mujeres a la construcción
de cultura han sido sistemáticamente sancionados e invisibilizados.
Asumirla y entenderla como nuestra es no ver donde hemos estado en la
historia y es negar nuestras propias biografías. ... Hemos sido
reproductoras sí, pero no productoras de cultura (basta ver las
bibliotecas y museos)
Por lo tanto, nosotras, feministas autónomas, tenemos el derecho de soñar
y fantasear una otra cultura y la obligación de estar expresadas.
No somos las únicas, hay otros actores sociales que están percibiendo
que lo que tenemos que hacer es desmontar la dinámica del dominio, que
sin esto las ideas son asimilables al sistema y lo reciclan. Quienes no
sean capaces de descubrir en sus propuestas la dinámica del dominio son
funcionales al sistema y en su accionar lo reciclan permanentemente
aunque tengan la mejores intenciones.
El
Feminismo no es un movimiento social reivindicativo de los
Derechos de las Mujeres, es un cuerpo de conocimientos y saberes
que hemos generado y que hoy día constituye una propuesta filosófica,
ética y política muy importantes a los desafíos que tenemos
como humanidad. |
Este cuerpo de conocimientos y
saberes que es el feminismo lo hemos ido construyendo conectándonos con
la biografía de las mujeres y con nuestras propias biografías, así
hemos ido entendiendo el patriarcado como un sistema civilizatorio-cultural
y entendiéndonos a nosotras mismas como sujetas políticas.
Desde el feminismo autónomo
hay una propuesta que está fantaseando un futuro, arraigada en
experiencias vitales reales del ser humana. En nuestras difíciles
rupturas con los modelos femeninos, hemos ido haciendo procesos de
individuación . Hoy día podemos pararnos desde la otra esquina.
Nuestro deseo no es acceder a la cultura vigente asumiendo sus dinámicas
de dominio. Nuestro deseo es producir un cambio civilizatorio donde sea
la colaboración la dinámica que prevalezca en nuestras formas de
relacionarnos (otra ética).
Los conocimientos del feminismo
han sido construidos al margen de la institucionalidad (academia,
iglesia, partidos políticos, estado). Estos conocimientos han sido
posibles por la rebeldía de cientos y miles de mujeres en todo el mundo
que se han atrevido a abrir espacios alternativos de conocimiento en los
que han cuestionado sus vidas íntimas, su sexualidad; en los que se han
atrevido a romper sus silencios, a pensar y a organizarse. Son mujeres
que se han atrevido a bajarse de los tacos altos, que han descubierto
que los tacos altos no son inocentes, pues pararse, caminar y correr
sobre la tierra es difícil, inseguro y casi imposible.
Este cuerpo de conocimientos ha permitido al pensamiento contemporáneo
complejizar sus aproximaciones a la realidad. Sin embargo la lectura que
se hace del feminismo está marcada por la asimilación de las mujeres
al sistema porque dentro del movimiento feminista, al igual que en otras
organizaciones sociales, se ha ido constituyendo una clase política
que, insertada en el sistema, reivindica y negocia derechos y acceso de
las mujeres al sistema y sus poderes.
Esta clase política, al igual que la clase política de los varones, se
asigna el poder de negociar con el patriarcado para lo cual invisibiliza
las propuestas más transformadoras.
Hoy día, nuevamente algunas mujeres estamos elaborando propuestas y
construyendo utopías. Esto constituye uno de los fenómenos políticos
más importantes de nuestros tiempos e implica romper varias barreras en
nosotras mismas, pues el peso de la historia y de lo femenino como
complemento de lo masculino nos inclina a seguir, muchas veces sin
darnos cuenta, en esta complementaridad a las ideas producidas por
otros.
La autonomía e independencia que debemos tener para atrevernos a
cuestionar esta cultura pasa por la recuperación de nuestra
corporalidad y de nuestra mente: con un cuerpo al servicio de otros no
podemos tener autonomía e independencia; con una mente como complemento
de otros no podemos ser productoras de cultura y por lo tanto de
sociedad. Recuperar nuestra corporalidad con todas sus capacidades es
recuperar nuestra capacidad humana creativa, es acercarnos a la
libertad.
La urgencia de revisar con desparpajo lo que hemos construido, de
atrevernos a discutir la cultura vigente, sus grandes pensadores y sus
instituciones, es la gran aventura de nuestros tiempos y las mujeres en
esto, tenemos una ventaja, la ventaja de haber sido excluidas.
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