Los números son otro espanto. Cada día que pasa los pronósticos aumentan. Primero eran cincuenta mil, luego cien mil, de ahí se pasó a ciento cincuenta mil. Y es que no solo aumentan las cuentas, sino que la gente continúa muriendo.
Y quienes sobrevivieron siguen queriendo vivir y quieren respuesta de lo poco que queda de su gobierno. Su Presidente, un Ministro de Justicia en recuperación pues ha perdido sus dos piernas, algunas ministras y ministros que se sabe están heridos pero en vida por lo que todavía no se les ha visto, etc.
Perval es la única figura pública que ha puesto la cara a los medios aunque todavía no se la había dado a su pueblo. No ha dicho nada significativo pues sus declaraciones iniciales se refirieron al dolor que compartía porque había perdido propiedades y hasta el Palacio desde el que gobernaba. Asentado en el aeropuerto, ha sido poco y parco lo que ha dicho y menos lo que ha reorganizado de su gobierno.
Pues bien este día se decidió a ir a ver cómo había quedado su casa de gobierno. El sequito de periodistas enquistados y seguridad lo acompañaron en el compendio cercado por una verja que separa el Campo Marte, convertido en el más grande campamento de desplazados de sus hogares en la ciudad.
La gente se da cuenta que es su Presidente porque hasta ese día no se había visto movimiento dentro del monumental edificio en ruinas que se ha convertido en los medios en el símbolo de un estado y un gobierno destruidos y devastados.
A lo lejos se ven las siluetas en recorrido frente al edificio. La gente corre a concentrarse afuera, del otro lado de la verja. Se pegan y de aferran a ella, llamándolo llaman a gritos para que venga.
Acude al llamado caminando hacia la verja. Se pega a ella. La primera imagen me espanta. Se queda mirando son decir ni hacer nada. Una mano, una sonrisa de aliento, un mensaje que alimente la esperanza. Algo. Nada. No hace ni dice nada por un eterno rato. No soporto. Es casi como si no los viera.
Entonces la gente le grita. Hay una foto que tomamos donde un hombre se le para enfrente para que lo tenga que ver y reconocer. Lo regaña duramente en cróele. El Señor Presidente lo tiene enfrente cara a cara, el hombre lo señala a la cara pidiéndole respuesta. Otra vez nada.
Unos corean las consignas del partido de Aristide pidiéndole que lo deje regresar, otros corean consignas del partido de Perval y los más le gritan que tienen hambre.
Le pregunto a unas señoras que están pegadas a las verjas que porqué están allí y me señalan sus estómagos en señal de que es por hambre. Alguien nos traduce. “Son 18 días de hambre y no pasa nada. ¿Dónde están los millones de ayuda oficial que han entrado por el aeropuerto?
Extiende la mano a unos simpatizantes cuando los identifica. Todo para ellos es política partidaria, que triste porque mientras tanto alguien sin duda ocupa el vacío de liderazgo. ¡Eso es una ley de la física política!
Pierdo mi decoro periodístico alejándome de la escena de tanto que me deprime la escena. Al final veo que dice algo pero ya no estoy para escucharlo. De por sí, sigue prisionero al otro lado de la verja.
Con razón el día 3 de febrero ya comenzaron en Haití las manifestaciones para que renuncie. Ojalá que tengan cuidado con quienes lo sustituyen.
